Hace poco me hice de un
79, que vi en internet, buscaba algo de menos de 10 varos para restaurarlo, no muy jodido, y este cumplía más o menos con las expectativas.
Vivo en Querétaro y el
estaba en el df, en la populosa zona de Iztapalacra. Total que me puse de acuerdo con el vendedor que todavía me hizo un descuento y que me lanzo un fin de semana hasta las paradisíacas tierras de Sta. Cruz Meyehualco, disfrazado de chalán y con mi lana en los calcetines (por aquello de no te entumas).
Llegando que veo el carro, amor a primera vista, sólo con el asiento del conductor, pisos picados (tipo los pica piedra) volante partido, pero un motor ronroneante y a punto, parejito, (sé que los buscadores expertos de vochos prefieren lo contrario, una carrocería libre de óxido aunque el motor sea una desgracia, pero en fin, loco que es uno).
Pues para no hacerla de choro, hicimos la transacción (vi que al chavo le dolió desprenderse de su bicho, también lo estaba restaurando pero un problema familiar le impidió terminarlo) y que le pregunto:
-¿Tu crees que llegue a Querétaro?
Vi como una sombra de preocupación cruzó su rostro así como el de su familia
-¿vas hasta Querétaro jóven?... váyase con mucho cuidado..-, me suplicó la mamá del endedor.
Total que el
sí traía algunas fallas, a parte de las evidentes según pude constatar en el trayecto, la principal era que parecía tener ideas propias a cerca del camino por donde quería ir, así que a base de brazos tenía que mantenernos dentro de los carriles de la carretera, Circuito exterior mexiquense primero y carretera México-Querétaro, después.
íbamos (el
y yo, por que ningún hojaldra de mis cuates y/o parientes me quiso acompañar) como a 60-80 km/hr -váyase despacito, me recomendaron-, aún así tuvimos que rebasar a varios traileres pesados; los polis nomás se me quedaban viendo como para detectar si venía ebrio o por qué mi carro se iba de lado; cuando los camiones nos rebasaban, con el empuje del aire, casi perdía el control y en una por poco nos sacan del camino.
Durante el trayecto (los vochos también levantan pasiones) un cajero del CEM y un depachador de gasolina deTepeji querían comprarme el auto.
Al llegar a Querétaro todo mundo maneja como viejita borracha: (con cuidado pero sin precaución); para estas alturas yo ya hasta le hablaba al coche:
-Con cuidado chiquito, aquí viene un camión, agárrate tus nalguitas..... chiquito, por favor, no vayas por allá, que es por acá; aguanta chiquito un méndigo agujero no vayas a caer.... te dije que no cayeras....arranca chiquito, arranca por favor...
Y así hasta llegar a su pobre casa donde mi abnegada ya me esperaba con el Jesús en la boca
-Qué bueno que llegaste- me dijo- ya estaba rete asustada, cómo se llama tu coche (por que en casa tenemos la insana costumbre de referirnos a nuestros autos con nombres)
Y yo con los brazos temblando, por que en un volantazo por San Juan del Río, el viejo volante de madera había terminado por quebrarse y todo el camino no dejó de emitir tronidos harto inquietantes, le dije:
-Se llama chiquito (¡chales!)
-¿ay qué bonito chiquitín- me dijo- se va a llamar chiquitín-, dipuso.
así que esa es la historia de cómo el Chiquitín paso por Edomex y llegó al Qro. (guay del que me alburee).